-No entiendo lo de las hojas
-¿Sabe usted porqué las mejores historias se cuentan en otoño?
Por supuesto que no tenía ni idea. Aquel hombre le llenaba de curiosidad. No era un vagabundo al uso. Poseía un piso en el centro, cobraba un sueldo regular por los cuentos que mandaba por internet a diversas web infantiles. Podía tener una vida normal, pero prefería perder el tiempo en el parque recogiendo hojarasca en una despreocupada indigencia.
-Ocurrió antes de todo... o antes de esto, al menos. Cuando todas las historias, los cuentos y las leyendas pertenecían a los dioses y el hombre no tenía imaginación. Y habría sido así para siempre de no ser por un increíble acto de valentía, aunque muchos opinen que se trataba solo de locura.
Uno de los dioses, el Rebelde, el Loco, el Traidor... muchos son los nombres que recibe, se hartó del apocamiento del resto de dioses, pues comprendía que las historias y su magia, para seguir vivas, necesitaban de mentes que las soñasen, de corazones que anhelasen escuchar cada siguiente palabra, de ilusiones que alimentaran la llegada del feliz desenlace.
Así que robó la Narración, entera. Se la arrebató al resto de dioses y huyó hacia la Tierra de los Hombres desde su hogar en los Jardines del Sueño. Quizás antes de hacer nada ya sabía que se convertiría en un paria, un exiliado, o puede que nunca se parara a pensarlo. Pero cuando todos los demás dioses salieron en su persecución ya no había reparación posible.
Era cuestión de tiempo que le atraparan. Cada vez estaban más cerca y sus posibilidades de llevar las historias a los hombres menguaban a cada zancada de la precipitada carrera. Así que, desesperado, arrojó la Narración al mundo, sin saber que suerte correría.
Y entonces le alcanzaron. Tanto el dios rebelde como cuál fue el castigo por su crimen cayeron en el olvido. Pero no su proeza. Su plan, aunque descabellado funcionó. La Narración atravesó el cielo de los hombres como un lucero ardiente y se estrelló, quedando enterrada a varios metros de profundidad. La magia de las palabras es poderosa, y sobre todo, una fuerza viva. De la Narración brotaron raíces y creció un tronco, se multiplicaron las ramas y germinaron flores. En cada una de sus hojas se desgranaba una historia de las robadas por el Dios Rebelde.
Hubo que esperar a que pasaran las estaciones y las hojas teñidas de cobre y ocasos descendieran al alcance de los hombres. Por eso las mejores historias siempre se cuentan en otoño, pues los árboles tienen memoria y cada año en sus ramas repiten los relatos que aprendieron del fruto de la Narración y cubren el suelo con ellas, a la espera de que las recojamos para hacerlas grandes de nuevo, tan pronto posemos los ojos sobre sus palabras.
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