Inconexos

No hay luz sin sombra, ni bondad sin maldad primero. Las cosas en su justo punto, las verdades a raíz de las mentiras y las mentiras llenas de las verdades ocultas que nadie está dispuesto a admitir. Ves un viejo y observas la palidez de su rostro, la menudez de sus huesos, su respiración entrecortada... ves un niño y admiras la luz de su rostro, su candor, su inocencia... su futuro, su tiempo, su memoria. No somos más que el todo dentro de la nada. Un poco de luz en la sombra. Gran sombra en la luz de la mañana.

Ruido de pasos se escucha en la noche. ¿Alguien me sigue? Miro atrás pero no veo a nadie... ¿pero acaso he mirado atrás? Los pasos cada vez más rápidos, más ásperos, más altos... y veo a quien los produce y me quedo perplejo y quieto y temblando. Miro al hombre que me sigue, su belleza y su fealdad, su cuerpo y su alma. Nací un día de verano, un día de otoño, de invierno... ¡Qué más da! ¿Acaso importa? Nací, que es mucho, y tan poco que ya no quiere decir nada. Los pasos resuenan en la noche aun cuando estoy quieto, sin moverme. Escucho mis pasos.

El olvido no es fácil, el olvido no existe... tan sólo el desconocimiento, la ausencia de conciencia de los hechos pasados. Nada más. Supongo que me había acomodado demasiado a ti, a tenerte... cuando dejaste de estar levanté la cabeza y me vi perdido. Seguí adelante pero todo había cambiado, ya nada era lo que fue. ¿Acaso alguna vez fue? Recordamos intensamente lo vivido, pero más intensamente aún recordamos lo que no llegamos a vivir, lo que dejamos por falta o exceso de decisión. Nadie me dirá que me equivoqué. Nadie dirá que no hice lo posible. Actúe. Lo hice siguiendo mis pensamientos, bajo las decisiones que aun hoy me parecen en su mayoría correctas, acertadas en el error del tiempo.

Despierto o dormido me sumerjo en pesadillas que se convierten en etéreos sueños de presentes miedos. Uno se puso el velo; otro estaba en aquel túnel conmigo y contigo y con todos aquellos que quisieron venir; y otro lloraba entre mis brazos, entre mis sueños, lloraba con lágrimas, sin lágrimas, con ojos, sin ojos. Lloraba.

¿Me escuchas? ¿Me ves? ¿Me sientes? Te oigo y te veo y te siento, ¿y tú a mí?
Ahora somos uno en el camino.

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