40 años de woodstock

Por estos días se cumplen cuarenta años del festival de rock más escandaloso y definitorio de la historia. Fue un momento en que los ideales de los sesenta de "amor y paz" se cumplieron al pie de la letra por parte de medio millón de jóvenes, que se reunieron a escuchar música, fumar mota, y pasársela bien sin molestar a nadie. La experiencia Woodstock le dio a toda una generación la esperanza de que sus ilusiones eran realizables, que el mundo podía cambiar con música, poemas y flores en el pelo. Sólo por eso (y porque muchos músicos que ahí participaron pasaron al terreno de la leyenda gracias a ello) el festival de Woodstock merece recordarse como fenómeno cultural, sociológico y de simple nostalgia para quienes, de lejecitos y de manera vicaria, formaron parte de aquella generación. Claro que luego hubo una especie de Woodstock tenochca Región Cuatro en Avándaro, Estado de México. Pero

El Festival (o Exposición Acuariana, como fue promovido) tenía como motor a un grupo de jóvenes empresarios, que querían capitalizar (sí, desde un principio fue una empresa capitalista) la fiebre de festivales musicales desatada ese año (un par de semanas más tarde habría otro, también memorable, en la Isla de Wight, Reino Unido) y que continuaría por un tiempo más. A estos emprendedores se les hizo fácil rentar un terrenote en el norte del estado de Nueva York, invitar a los principales músicos (solistas o grupos) del momento y empezar a vender boletos sin tener gran cosa en firme. El espíritu de la época queda reflejado en el dato de que no tenían idea de cuánta gente iba a acudir, ni si a la postre podrían pagarle a los participantes (The Byrds declinaron la invitación cuando se les dijo que quién sabe si a fin de cuentas habría dinero). Era tal el despapaye (y tanto el desconocimiento de lo que el evento iba a significar a la postre) que ejecutantes como Led Zeppelin, The Doors, Jethro Tull y Bob Dylan mejor se abstuvieron. De hecho, el enorme flujo de público, la ausencia de problemas mayores y el impacto mediático a través del tiempo resultaron una completa sorpresa para tirios y troyanos. Nadie se lo esperaba.

Cuando la demanda de boletos apuntó a cientos (y no decenas) de miles de asistentes, los pueblerinos del sitio original se echaron para atrás, alegando que se faltaría a las normas higiénicas del condado. Los empresarios buscaron otra locación y la hallaron en Bethel, N. Y., a unos 70 kilómetros del lugar previsto: signo de los tiempos, Woodstock no tuvo lugar en Woodstock. En una granja para cerdos se instaló el templete, un sistema de sonido realmente estoico, algunas tomas de agua y poco más: durante los tres días que duró el Festival, la lluvia, el lodo y la ausencia de facilidades sanitarias hicieron que los puercos de la granja se sintieran muy a gusto. También los oyentes, lo que sea de cada quien, muchos de ellos drogados esas 72 horas, antes y después. Un grupo anarquista (que tenía el ameno nombre de "Contra la Pared, Hijos de la Tiznada") derribó la cerca que delimitaba el predio, de manera tal que unos 300,000 asistentes no pagaron boleto. Ha sido la mayor entrada de colados de la historia.

A lo largo de esos tres días, treinta y dos intérpretes sacudieron los bafles y pasaron a la historia. Algunos, muy moderados, interpretaron media docena de canciones. The Who se aventó la friolera de 25, lo que en aquellos tiempos correspondía a un LP doble. Si además tenemos en cuenta que Pete Townshend en cada rola se la pasaba brincando como piojo bipolar y Keith Moon acababa con tres juegos de baquetas por minuto, lo asombroso es que hayan aguantado tanto sin sufrir un colapso.

(Leyenda urbana: ¿se acuerdan de Animal, el baterista de la banda del Dr. Dientes de los Muppets, un enajenado color naranja y cejón, que azotaba los tambores histéricamente? Sí, está basado en Keith Moon).

Hubo artistas a los que sólo se les recuerda como parte de la trivia del Festival. Otros (Grateful Dead) ahí labraron su leyenda y vivieron de ella durante buen rato. De cualquier forma, la alineación de Woodstock es un listado de lo mejor del rock de los años sesenta: Canned Heat, Crosby, Still, Nash & Young, Janis Joplin, Jefferson Airplane, Creedence

Jimmy Hendrix exigió cerrar el evento (la modestia no era una de sus virtudes), y se aventó 16 rolas, entre ellas clásicos como "Neblina Púrpura" y la versión más psicodélica del Himno Nacional de los Estados Unidos.

Las interpretaciones musicales fueron interrumpidas en varias ocasiones por torrenciales lluvias, que convirtieron el campo en un lodazal. Por ello, algunos grupos terminaron tocando a las cuatro de la mañana.

Nada de lo cual le importó a la concurrencia, que se comportó increíblemente bien. Téngase en cuenta que había más o menos tanta gente como en Torreón, mucha de ella hasta las manitas de sustancias tóxicas, y en condiciones muy incómodas. Pues bien: no hubo riñas, trifulcas ni robos dignos de mención. Sólo hubo dos muertos: uno por sobredosis de heroína, y otro apachurrado por un tractor por andar poniendo el sleeping bag en donde no debía. Digo, hay bailes sabatinos en Matamoros con mucho peores saldos.

Quizá no hubo más desgracias que lamentar porque los organizadores, como servicio social, previnieron a la concurrencia que el ácido lisérgico de color café que andaba circulando estaba pasado

El caso es que, quienes estuvieron ahí, hablan de una atmósfera plenamente relajada, en donde la premisa hippie de vivir y dejar vivir se llevó a cabo de manera cabal. Por ello se empezó a hablar de una "Nación Woodstock", la que pondría en práctica esos ideales, acabaría con la guerra y el materialismo, y existiría en armonía con la naturaleza y los demás seres humanos. Sí, bonito. Sí, irrealizable.

En todo caso, Woodstock marcó un hito, y quizá el fin de una época. Seis meses antes, The Beatles habían dado su último concierto en el techo de Apple. Una semana antes, un grupo de supuestos hippies atiborrados de drogas habían masacrado a Sharon Tate y seis personas más. Un año después, Lennon diría "El sueño ha terminado". Sí, Woodstock fue el canto del cisne de los sesenta. Pero lo interesante no se lo quita nadie. Ni siquiera los necios vejestorios que siguen viviendo en (y aburriendo a los demás con) esa década.

Consejo no pedido para hacer el amor y no la guerra: Vea el documental "Woodstock" (1970), sobre el evento. Prefiera la Edición del director, que trae tomas de Janis, Hendrix y otros que no venían en el original. Provecho.

FRANCISCO JOSÉ AMPARÁN

1 instantes:

Anónimo dijo...

WoW empece a leer y decia hmmm esta chidoo seguia leyendo y decia wow que interesante.. continue leyendo y dijee te la aventaste jajaj y termine de leer y me lleve la sorpresaa jajajaj que era amparan xD muy buenooo!! SORG.

 
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